domingo, 11 de julio de 2010

Obesidad

Ingrid, la loca

martes, 4 de mayo de 2010

Cuentas de alguien que no sabe matemáticas

Hagamos unas cuentas "a vuelo de pájaro":
En Colombia somos 45.426.285.
La población apta para votar es de: 26.000.000.
La abstención está en un 55%; es decir: 14.300.000
Vota el 45%; es decir: 11.700.000
Siguiendo las estadísticas, el 39% votará por Mockus; es decir: 4.563.000
En Colombia hay 4,519,320 personas con FACEBOOK.
Según la encuesta de la página "El reemplazo de Uribe", en Facebook, el 58% vota por Mockus, es decir: 2.621.205

PENSAMIENTOS LIGEROS
1. Con dos millones y medio, no se ganan las elecciones.
2. Están (estamos) votando energías con tanta invitación por facebook. La campaña de Mockus ya parece un spam.
3. Es tiempo de dirigir las energías hacia las personas que NO TIENEN FACEBOOK.
4. Para ello, hubieran servido mucho los 4.500 millones de pesos a los que renunció el profesor Mockus.
¡Salve, Mockus!

sábado, 1 de mayo de 2010

LA OLA COMO METODO

… y sigue repuntando el profesor¡¡¡¡… la ola verde cada vez es más grande… camisetas verdes aparecen por doquier… mensajes por facebook… por correo electrónico… por todas partes. ¡La Mockusmanía llegó!… pero, ¿ sabe la gente con alguna veracidad a qué se está inscribiendo?
El profesor dice: “Recordemos siempre que seremos juzgados por nuestros métodos”.
Es claro que el método primero y principal para este candidato es el facebook. ¿Qué se puede decir de esta red social como método de campaña política?
El facebook como método se podría definir fundamentalmente como un fenómeno de masas. Día a día nacen cientos, miles de grupos y aplicaciones cuyo objetivo fundamental es seducir para que la gente se identifique con tal persona, o con tal causa. “Los que creemos que esta banano tiene más fans que Daddy Yankee”, “Caravana en contra del proyecto anti-moto”, “A mí no me tiembla la mano para votar por Mockus”, “Marcha mundial por la paz y la no violencia”, etc. A sólo un click uno se inscribe en el grupo, y entonces se van sumando los miembros.
Puedo decir que en este momento yo soy miembro de 200 grupos, que es el límite permitido. Y algunos de ellos tienen muchísimos miembros. En una lógica loca, incluso hay un grupo que se llama: “El grupo más grande en Facebook”, con 1.329.978 miembros. ¿Objetivo? Sólo uno: armar el grupo más grande en facebook. Incluso, éste no es el grupo que tiene más miembros; hay otros tres que lo doblan: “Alimentar a un niño con un solo click”(2.898.721), “Contra la utilización de perros y gatos vivos como carnada para tiburones” (2.684.398), “Experimento: seis grados de separación” (2.614.737).
Uno lee esos números tan altos y llega a decir: “Huy, hay mucha gente comprometida con los niños”, “Huy, hay mucha gente comprometida en hacer el grupo más grande en facebook”, “Huy, hay mucha gente comprometida en salvar a los perros y a los gatos”, y, finalmente, “Huy, hay mucha gente comprometida en querer tener contacto con la gente famosa”. La pregunta que es necesario hacerse es: ¿Por qué se hace un click para pertenecer a uno de esos grupos? ¿Es evidente que se hace por la causa que llevó a fundarlo? ¿Hay compromiso en la persona que hace un click para pertenecer a un grupo de facebook? Nunca se va a saber las respuestas a estas preguntas, pero me inclino a pensar que en los grupos de las campañas políticas funciona el mismo compromiso que en el grupo “Los que creen que este banano tiene más Fans que Daddy Yankee”.
Pertenecer a un grupo de facebook construye MASA… MASIFICA. Es la lógica que nombra Freud en Psicología de las masas y análisis del yo”: “En la masa, desaparecen las adquisiciones de los individuos, y, por tanto, su peculiaridad. Lo heterogéneo se funde en lo homogéneo”. Reconocer este fenómeno de masas me da la pista para seguir pensando en el facebook como método de campaña electoral.
Son varias las características de las masas, pero en esta oportunidad me centraré en una, la que más parece a mis ojos. Dice Freud:
“Las masas nunca conocieron la sed de la verdad. Piden ilusiones, a las que no pueden renunciar. Quien quiera influir la masa no necesita presentarle argumentos lógicos; tiene que pintarle las imágenes más vivas, exagerar y repetir siempre lo mismo”.
Ésta es la característica de la masa que quisiera subrayar: las masas no piensan. Esto lo podemos ver en un partido de fútbol, en una iglesia, en el ejército. Cuando alguien se inscribe en uno de estos grupos como hincha, feligrés o militar, se le pide fundamental mente una cosa: “No piense. Ame la causa”.
Uno lee con juicio la frase de Freud y paralelamente ve el fenómeno de la Mockusmanía y algunas preguntas lo tienen que asaltar. Una de ellas: ¿Cuántos de los miembros de los incontables grupos que le hacen campaña al profesor, han leído su programa de gobierno? Esta pregunta me surge, no sólo por coherencia teórica con una noción freudiana, sino también porque lo que se escucha cuando la gente habla de Mockus, ya sea por defenderlo, o por atacarlo, son frases y situaciones sacadas de contexto que desvirtúan el carácter argumentativo del profesor.
Son varias las frases con las cuales puedo ejemplificar lo que digo en el párrafo anterior. La gente dice que:
1. Mockus va a atacar a la guerrilla con girasoles.
2. Mockus cambió Bogotá, entonces también puede cambiar a Colombia.
3. Mockus va a convertir a Colombia en un segundo Caguán.
4. Mockus admira a Chávez.
5. Mockus va a acabar con el ejército.
6. Mockus va a extraditar a Uribe y a Santos.
7. Mockus le va a tirar un vaso de agua a sus contradictores.
8. Mockus va a traer la paz a Colombia.
9. Mockus va a dialogar con la guerrilla mostrándoles el culo.
Es entendible que se digan estas frases, pues es claro, a mi juicio, que las masas no piensan; es claro que a las masas no les interesa acercarse a la verdad. Ellas, simplemente, escuchan la idea, el chisme, y, repiten cual verdad apodíctica, incuestionable: “Por ahí andan diciendo que…”. Estoy casi seguro que muchos de quienes atacan o ensalzan al profesor con esas frases, no se han sentado a pensar cuál es el contexto de esa frase, en qué documento lo dijo, a qué punto del programa pertenece. Y estoy casi seguro de ello porque el colombiano promedio no lee, no quiere leer, no le interesa leer, le parece aburrido leer… el colombiano promedio hace cualquier cosa, menos leer. Una cultura que no lee nunca podrá ser una cultura democrática. En Colombia hay gente que opina, gente que responde preguntas de encuestas, gente que se inventa chismes, pero no gente que se instruya en relación con los programas políticos de los candidatos.
El profesor Mockus pide que lo juzguemos por los métodos utilizados. Pues bien, creo que es necesario afinar algo en este ámbito, pues hay una labor educativa con respecto a su programa que no se está haciendo. Sus colaboradores de campaña se dieron cuenta de la potencia tan grande que tiene el facebook para masificar a la gente, y se han debilitado en la consistencia educativa para dar a conocer la propuesta. Enfilaron sus energías en la misma lógica masificada de las campañas tradicionales, y se les olvidó que al interior de la propuesta hay una dimensión educativa que quedó desdibujada.
La OLA como método no se diferencia de las propuestas tradicionales. Es verdad que estamos siendo más eficaces, pero no me parece evidente que detrás de un click para pertenecer a uno de los grupos, haya una persona racionalmente motivada para votar por el candidato verde.
¿Qué tendremos que hacer para que la fiebre no sea el único motivo para votar por Mockus? La democracia necesita gente que trabaje; no gente que espere a que San Mockus los salve de la infelicidad.
¡Salve, Mockus!

MARLON CORTÉS

sábado, 10 de abril de 2010

MOCKUSMANÍA VERDE

Con cierta preocupación observo lo que se comenzó a llamar como la Mockusmanía. ¡Mockusmanía! Por eso busco la definición de “manía” en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua y me encuentro con lo siguiente:
manía.
(Del lat. manĭa, y este del gr. μανία).
1. f. Especie de locura, caracterizada por delirio general, agitación y tendencia al furor.
2. f. Extravagancia, preocupación caprichosa por un tema o cosa determinada.
3. f. Afecto o deseo desordenado. Tiene manía por las modas.

Locura, delirio general, furor, extravagancia, capricho, afecto o deseo desordenado. No me gusta este hallazgo semántico. Me parece que nos equivocamos de nuevo cuando endiosamos a una figura, atribuyéndole, tal vez, poderes sobrenaturales, que no existen. Incluso me arriesgo a pensar que ésa fue una de las equivocaciones con el señor Uribe: Colombia pensó que lo iba a salvar de todos los males… Obviamente, eso que se esperó, no sucedió, a pesar de que algunos medios de comunicación se empeñen en decir lo contrario.
Me preocupa, no tanto el Parkinson de Mockus, sino al posible Alzheimer del pueblo colombiano. Se nos olvida lo que, no sólo en Colombia, sino en el mundo entero, ya hemos aprendido: atribuirle un carácter mesiánico a cualquier personaje nos lleva, ineludiblemente, a la absurda decepción. Doy el calificativo de “absurdo”, pues es una decepción que aparece, tal vez no por la falencia del personaje, sino porque se espera más de lo posible. Creo, a veces, en la sabiduría popular cuando dice: No le pida peras al olmo. El olmo es un árbol cuyo fruto son las sámaras, que es un fruto seco. No pedirle peras al olmo es, finalmente, ser lo más realistas posible, y entonces, no esperar más. El profesor Estanislao Zuleta viene a mi ayuda y me regala la siguiente cita de su ensayo “El elogio de la dificultad”:
“Nuestra desgracia no está en la frustración de nuestros deseos, sino en la misma forma de desear. Deseamos mal.”
El problema no es, según este autor, que no consigamos lo que queramos, sino en qué es lo que queremos. Deseamos mal, es mi parcializada opinión, cuando asumimos una actitud maníaca frente a un proceso democrático como el que tendremos próximamente.
Entonces, ¿qué es desear bien?
Mockus es humano, no un dios. Por lo tanto, si esperamos que responda como dios, el problema no será de Mockus, sino de los feligreses que, ciegamente, votarán por él. ¿Sí será cierta tanta belleza? ¿Sí será cierta tanta honestidad? ¿Tanta ciudadanía? ¿Tanta educación? ¿Tanta….? ¿Sí serán verdad tantas cosas bellas juntas? ¿Un humano, como lo es el profesor Mockus, tendrá la capacidad de responder a tan altas esperanzas? Creo que quienes viven cerca de él sabrán decir que él no es dios y que, por lo tanto, la mezquindad, muy seguramente, también cabalga en su vida.
Recordemos, que con el señor Uribe pasó algo parecido. Cuando se postuló como presidente de la república, muchos creímos en él, muchos lo endiosaron, muchos votamos por él. ¿Cuántos de nosotros leímos y estudiamos el programa político del actual presidente por allá en el 2002? ¿Cuántos votaron embriagados por la experiencia religiosa de haber encontrado al salvador de todos nuestros males? ¿Cuánto de hipnosis hay en el acto medio maníaco de enarbolar las banderas de un partido?
Yo sé que la formación política de nosotros los colombianos es pobre. Sé que buena parte de la votación se compra. Sé que muchos votan buscando al mesías que los saque de la olla en la que se encuentran. Por eso nos merecemos a los gobernantes que tenemos. ¿Será que si votamos por Mockus, convirtiéndolo en Mesías, nuestra historia cambiará? Estoy seguro que va a decepcionar a la gran mayoría de colombianos, pero el problema no será Mockus, el problema será la manera religiosa medieval en la cual vota el colombiano promedio.
Desear bien en política tiene poco que ver con la manía. Frente a la locura, la razón. Frente al delirio general, la pausa de la decisión mesurada. Frente al furor, el estudio minucioso de los programas políticos. Frente a la extravagancia, la sencillez en la exposición de las ideas. Y, finalmente, frente al afecto desordenado, el amor por el bien común.
Pero, deseamos mal. Parece que se va a repetir una constante en la historia de nuestro país: el caudillismo. ¿Cuándo aprenderemos que nadie salva a nadie, que la hipnosis es un proceso psíquico en el cual el hipnotizado tiene la mayor parte de responsabilidad? ¿Cuándo aprenderemos que la democracia, fundamentalmente, es el empoderamiento racional de las mayorías?
Quienes me conocen, saben que votaré por Mockus. Y quienes me conocen un poco más, saben que pocas son las cosas que trago entero. La mejor de ellas, un trago de tekila, con limón y sal.
¡Salve, Mockus!

martes, 1 de diciembre de 2009

HABILITACION - NORMAL

Buenas noches a todos.
Disculpen la demora. En estos viajes a uno no le queda mucho tiempo para las responsabilidades.
La idea es la siguiente: cada uno me va a escribir un texto tipo ensayo que tenga como tema: Las dificultades en el aprendizaje.
El elemento teórico que va a usar es el texto que está publicado en este mismo blog: "La inminente desaparición de la infancia".
La pregunta más concreta es la siguiente: ¿La inminente desaparición de la infancia es un fenómeno que ayuda a la formación de dificultades en el aprendizaje?
Si leen bien, otro texto también de este blog les puede ayudar. Su título: Algunas dificultades de los jóvenes de hoy.

Sugerencias para el texto:
1. 2 páginas.
2. Arial, 12.
3. Use sólo 3 citas textuales del texto "La inminente......".
4. Después de la cita, viene un párrafo donde se explica la cita.
5. El texto tiene párrafo introductorio y conclusivo.
6. Use también como referencia alguna cita de su diario de campo.


No es más.

Cortésmente,
Marlon.

jueves, 22 de octubre de 2009

LA INMINENTE DESAPARICION DE LA INFANCIA

LA INMINENTE DESAPARICIÓN DE LA INFANCIA
“El niño de hoy es un adulto en miniatura”.
(Entrevista a Neil Postman,
publicada en La Vanguardia,
el 26 de agosto de 1994)

El fenómeno
1. Daniela, la adolescente de 5 años.
Daniela es una niña que asiste a un Centro Educativo del municipio de Bello. A pesar de que todos los días tiene bien puesto su uniforme, nunca le faltan algunos accesorios (aretas, collares, etc.) que con gran insistencia le pide a su madre cada que ve uno que le gusta en alguna tienda de la ciudad. Un poco de maquillaje, perfume, brillo en los labios, y una carterita donde guarda siempre un pequeño espejo que de cuando en cuando saca cuando la profesora no tiene sus ojos puestos sobre ella.
Con sus compañeras, conformó un grupo que se hacen llamar “Las Divinas”, tal como se llama una telenovela juvenil que hasta hace poco transmitían en un canal nacional (“Patito feo”). Obviamente, es un grupo que entra en pugna con otro, al cual denominan “Las feas”. Busqué en internet en qué consistía la telenovela y me encontré con la letra de la canción. Aquí va un trozo: “Todos saben quién manda en este school / porque nosotras somos gente cool / gente que siente, con sangre caliente / que quiere hacerse oír / sea como sea, aquí no entran feas / pa' que lo veas, te voy a mostrar / mira esa fea, aquella otra fea / aquí no pueden entrar”.
Daniela es una niña de 5 años que se sale del esquema tradicional que nos llega de la primera mitad del siglo XX. Es claro que no le gusta que la llamen niña, no le gusta jugar con muñecas con forma de niñas, sus ropas no son de niña, en fin, ¡no es una niña!
2. Las noticias.
“Dos niños asesinados con saña. Una bestialidad que se niega a ser aceptada, cuando también se sabe que los autores visten la inocencia de casi la misma edad. José Antonio de 10 años y su hermana Katherin de 4, quizás nunca imaginaron que su primo (JR) también de diez, les arrancaría la vida con el filo de un machete y que apoyado en un hermanito (C.S.L) cuatro años menor, encarnó una de las tragedias más grandes que se originó en Boaco y disparó su conmoción al país entero” .

“Randy Castro está en primero. Pero, a la avanzada edad de 6 años, ha sido declarado agresor sexual por la Escuela Elemental de Potomac View. Es culpable de acoso sexual y el informe sobre el incidente permanecerá en su expediente por el resto de sus días lectivos (y quizá más allá)”.

“Tres niños, de ocho y nueva años, fueron internados el lunes en un centro de detención acusados de secuestro y violación de una niña de once cerca de un complejo de apartamentos suburbano, informaron funcionarios”.

“El crimen de la pequeña Milagros Belizán, ya era espantoso. Pero más estupor generó cuando se descubrió que los asesinos de la niña serían nada más y nada menos que dos hermanitos, de 8 y 9 años, vecinos del mismo barrio de la localidad bonaerense de Almirante Brown. Uno de esos chicos habría confesado el crimen”.

“Un niño de 11 años asesinó a su madrastra, quien estaba embarazada de 8 meses. ¿La razón? Sentía celos de quien iba a ser su futuro hermano”.

Podría citar muchas más noticias de este estilo, pero no hay mucho espacio. Algo pasa con los niños de hoy. Se comienzan a comportar como unas personitas que, de manera muy decidida, buscan su satisfacción sin vergüenza, sin límite, simplemente siguiendo sus impulsos. Cada vez aparecen con más frecuencia en el mundo casos de niños acusados de ser abusadores sexuales y homicidas . En menor grado de gravedad está el hoy famoso bullying, las relaciones sexuales entre menores, la masturbación en grupo, los niños que venden drogas alucinógenas, niños que roban, la disminución en la edad de las prostitutas, etc. Fenómenos que hasta hace algunos años eran propios de los adultos, o incluso, de los adolescentes, hoy los vemos en los niños de 10, 9 ó 5 años.
Algo pasa con la infancia en este mundo contemporáneo. Algunos dicen que está desapareciendo.

La explicación del fenómeno
Para explicar el fenómeno descrito es necesario ir a la sociología, a un autor norteamericano llamado Neil Postman (1931 – 2003). Buena parte de su trabajo intelectual gira alrededor de la influencia de la tecnología en la sociedad. Algunos de sus libros son: “Tecnópolis” (1992), “El fin de la educación” (1996), “¿Cómo ver un programa de televisión?” (1994), “La desaparición de la infancia” (1982). Obviamente es a este último al que voy a hacer referencia en esta parte de mi texto.
Dice Postman (1982):
“With television, the basis of this information hierarchy collapses. (…) The essential point is that TV presents information in a form that is undifferentiated in its accessibility, and this means that television does not need to make distinctions between the categories «child» and «adult».” (78-9)

Me parece que esta cita resume buena parte de la explicación que da el autor con respecto a la desaparición de la infancia. En ella aparecen los elementos claves en donde la teoría se sustenta: la televisión, el colapso de la jerarquía de la información, y las categorías “niño” - “adulto”. Estos tres elementos se relacionan de la siguiente forma: El hecho de que la televisión deje acceder indiscriminadamente a los niños a cualquier tipo de información, hace que la diferencia entre niños y adultos se borre. Para el año en que Postman escribe este texto, la televisión es el medio de comunicación de más auge en el mundo, pues entra en la gran mayoría de los hogares, especialmente en Estados Unidos . Tiene una función bien clara: comunicar. Pero para este autor, el medio de comunicación no es simplemente el canal que se usa para que determinado mensaje llegue a ciertas personas. El medio de comunicación, dice en Tecnópolis, trae una ideología:
“En cada herramienta hay inscrita una tendencia ideológica, una predisposición a construir el mundo de una manera y no de otra, a valorar una cosa más que otra, a desarrollar un sentido o una habilidad o una actitud más que otros” (Postman, 1992: 26)

Los efectos de la tecnología en la cultura no se explican simplemente añadiéndole a ésta la herramienta; es decir, CULTURA + TELEVISIÓN. El ingreso de la televisión a la cultura trae un efecto semejante al que tiene el agua de un vaso cuando se le añade una gota de tinta roja. El resultado es una nueva coloración en todas las moléculas de agua que están en el vaso. De la misma forma, CULTURA + TELEVISIÓN conlleva a una transformación completa de la cultura. La tecnología, y en este caso la televisión, no es simplemente una herramienta de comunicación. Dice: “Así es como funciona la tecnología de los medios de comunicación. Una nueva tecnología no añade ni quita nada. Lo cambia todo” (31).
En particular, ¿cuáles son los efectos de la televisión en la relación de los niños con los adultos? Si seguimos pensando la primera cita textual referenciada podremos construir una respuesta a esta pregunta, así: la televisión tiene el efecto de eliminar la línea que separa a los niños de los adultos, por el acceso indiferenciado que tienen los infantes a la información. Dicha accesibilidad se facilita básicamente, dice Postman, por tres razones: la televisión no requiere mayor instrucción para ser entendida, no trae información compleja, y no segrega a la audiencia. Entonces, Postman concluye, “without secrets, of course, there can be no such thing as childhood” (1992: 80) .
Para argumentar esta conclusión, el autor parte de un principio en relación a lo que estructura una sociedad: un grupo social está definido por la exclusividad de la información que sus miembros manejan. Esto lo explica dando el siguiente ejemplo: si todo mundo conociera lo que los abogados conocen, entonces no habría abogados; de la misma forma, insiste Postman, en que si los estudiantes conocieran lo que sus profesores conocen, entonces no habría diferencia entre estos dos grupos. Por eso es que un grupo está definido por la información que maneja. Unos son abogados, otros no; unos son maestros, otros alumnos.
Siguiendo esa lógica es que es posible decir que la división entre infancia y adultez desaparece en tanto que la televisión lo que hace es comenzar a abrir secretos, dejar que los niños accedan a información que antes era sólo para adultos, en fin, la televisión hace público lo que anteriormente era privado (1994: 83).
Esto trae una consecuencia profunda para la cultura, que yo ubico en el centro de la problemática que trabajo en este texto; la siguiente: “The idea of shame is diluted and demystified” (1992: 85). Es decir: el problema de que los niños accedan a cierta información no es sólo una cuestión cognitiva sino que tiene consecuencias sobre los parámetros que los niños usan para actuar. Es evidente que los niños de la primera década del siglo XX dejaron de hacer muchas cosas por vergüenza; los de inicios del siglo XXI, pocas. Los niños hoy son unos sinvergüenzas. ¡Tienen sexo y matan! No sienten vergüenza ni por lo uno ni por lo otro.
En la primera mitad del siglo XX los niños no podían estar conversando con los adultos; se les decía: “Váyase de acá que esto es conversación de adultos”. A cierta hora ya tenían que estar dormidos, porque “los niños no pueden trasnochar”. No podían decir malas palabras, porque “un niño no puede ser grosero”. Tenía que dormir con las manos sobre las cobijas, porque “un niño no se toca el cuerpo por debajo de la ropa”. Escuchaba y guardaba silencio mientras un adulto le hablaba, pues “el adulto ordena, y el niño escucha”. En resumidas cuentas, se tenía aún una imagen de niño muy victoriana.

Hoy, los niños discuten con sus padres al punto incluso de pegarles, se quedan despiertos hasta tarde en la noche muchas veces conectados a la internet, no miden las palabras que dicen, se masturban sin vergüenza, incluso a veces, dentro del salón de clases, en presencia de la maestra, etc. Son niños sinvergüenzas. Los diques que contenían sus impulsos colapsaron.
Para Postman, un niño sin vergüenza es un niño que no ha construido relaciones de autoridad con los adultos (1992: 86). Desde esta perspectiva, es claro que la mayor parte del problema no está en los niños. Los adultos de hoy hemos construido una sociedad en la cual hay un mandamiento irrefutable para alcanzar la felicidad: Gocen todo lo que puedan, con quien quieran, en el lugar que quieran, a la hora que quieran, y como quieran. En otras palabras: ¡Gocen sin límites!, al parecer, en un intento decidido por eliminar todo tabú. Por ejemplo, cuando en 1994 se implementó el Proyecto de Educación Sexual, había una frase que subrayaban con mucho énfasis todas las personas que lo lideraban: “Hay que acabar con el tabú de la sexualidad”. Argumentaban que si este tabú aún existía era porque no había una educación sexual acorde a los tiempos. Los papás y educadores modernos eran aquellos que hablaban de sexo con sus hijos y alumnos, respectivamente, sin tapujos.
Para quienes se pusieron en la tarea de educar sexualmente se convirtió casi en un imperativo eliminar el tabú que hay (no sé si decir había) alrededor de la sexualidad. Por eso, a los niños se les enseñó de manera muy ilustrativa cómo son los órganos sexuales del hombre y de la mujer, cómo se transmiten las enfermedades sexuales, cómo se tienen relaciones sexuales entre los adultos para poder concebir un hijo, los padres comenzaron a bañarse desnudos con sus hijos, etc; y a los adolescentes, se les dijo que masturbarse no era ningún problema, se les enseñó a poner preservativos hasta con la boca, y se les enseñaron todos los métodos anticonceptivos para poder evitar embarazos después de una noche de rumba. Y entonces, decían los educadores sexuales, “tenemos que seguir eliminando el tabú de la sexualidad”, supuestamente con la idea de que informando a los niños y adolescentes sobre la misma, harían que ellos contuvieran sus impulsos de buscar satisfacción sexual prematura, y por lo tanto, se estaría trabajando en la prevención de embarazos prematuros y de enfermedades de transmisión sexual.
Resultado final después de 15 años: no hay disminución de embarazos en adolescentes, y tampoco disminución de las enfermedades de transmisión sexual. Se pretendió eliminar el tabú, se liberalizaron las prácticas de crianza y las educativas alrededor del tema sexual, pero olvidaron hacerse una pregunta: ¿cuál es el lugar del tabú en la cultura?
Freud en su texto “Tótem y tabú” nos trae una definición que nos puede ayudar a esclarecer este punto. Dice:
“El significado del tabú se nos explicita siguiendo dos direcciones contrapuestas. Por una parte, nos dice «sagrado», «santificado», y, por otra, «ominoso», «peligroso», «prohibido», «impuro». Lo opuesto al tabú se llama en lengua polinesia «noa»: lo acostumbrado, lo asequible a todos. Así, adhiere al tabú algo como el concepto de una reserva; el tabú se expresa también esencialmente en prohibiciones y limitaciones. Nuestra expresión compuesta «horror sagrado» equivaldría en muchos casos al sentido del tabú” (1980: 27).

El tabú es una prohibición máxima en el orden de lo sagrado. Es decir que no es un límite como cualquiera (un semáforo, una fecha para pagar alguna compra, etc), sino que apunta a prohibir algo que para una cultura es extremadamente peligroso; el tabú defiende a la cultura de su autodestrucción. En ese sentido llama la atención que en francés, para decir “prohibido fumar”, la expresión sea: “defense fumer”. Prohibido en español tiene una traducción en francés que parte de la palabra defender. Cuando se prohíbe fumar en algún sitio en particular, la cultura se está defendiendo del fumador. El tabú tiene usualmente como función la protección de algo o alguien; por ejemplo, protege a personas importantes (jefes, sacerdotes) de posibles daños, cuida a los débiles (niños, mujeres) de posibles abusadores, etc. (Freud, 1980: 28).
En ese orden de ideas, ¿qué pasaría si el tabú realmente se elimina? Se eliminarían las restricciones fundamentales que están en el centro de la civilización, y por lo tanto, entraríamos en un grave peligro de autodestrucción. Pero, entonces, ¿cuáles son esas restricciones fundamentales? Postman las nombra así:
“Civilization cannot exist without the control of impulses, particularly the impulse toward agression and inmediate gratification. We are in constant danger of being possessed by barbarism, of being overrun by violence, promiscuity, instinct, egoism.” (1994: 87)
Lo que quiere decir que seguir trabajando en la lógica de eliminar el tabú, favorece la destrucción de la cultura, y para este caso particular, la destrucción de los mismos niños y su entorno. Por eso, cuando impusieron el toque de queda en algunos barrios de la ciudad para que los niños no salieran a la calle a partir de cierta hora, la pregunta que quedaba en el ambiente era: ¿Estamos defendiendo a los niños o nos estamos defendiendo de ellos? Las dos cosas.

Salidas
Todas estas reflexiones en torno a la desaparición de la infancia por el intento de eliminar el tabú como práctica pedagógica, trae consecuencias estructurales en relación a las políticas de educación sexual. Quienes participen del XIV Congreso Colombiano de Sexología y Educación Sexual, podrán escucharlas.


BIBLIOGRAFÍA
Freud, Sigmund (1980). Tótem y tabú, Buenos Aires, Amorrortu.
Postman, Neil (1994). The disappearance of childhood, New York, Vintage books.
___________ (1994). Tecnópolis, Barcelona, Círculo de Lectores.