LA INMINENTE DESAPARICIÓN DE LA INFANCIA
“El niño de hoy es un adulto en miniatura”.
(Entrevista a Neil Postman,
publicada en La Vanguardia,
el 26 de agosto de 1994)
El fenómeno
1. Daniela, la adolescente de 5 años.
Daniela es una niña que asiste a un Centro Educativo del municipio de Bello. A pesar de que todos los días tiene bien puesto su uniforme, nunca le faltan algunos accesorios (aretas, collares, etc.) que con gran insistencia le pide a su madre cada que ve uno que le gusta en alguna tienda de la ciudad. Un poco de maquillaje, perfume, brillo en los labios, y una carterita donde guarda siempre un pequeño espejo que de cuando en cuando saca cuando la profesora no tiene sus ojos puestos sobre ella.
Con sus compañeras, conformó un grupo que se hacen llamar “Las Divinas”, tal como se llama una telenovela juvenil que hasta hace poco transmitían en un canal nacional (“Patito feo”). Obviamente, es un grupo que entra en pugna con otro, al cual denominan “Las feas”. Busqué en internet en qué consistía la telenovela y me encontré con la letra de la canción. Aquí va un trozo: “Todos saben quién manda en este school / porque nosotras somos gente cool / gente que siente, con sangre caliente / que quiere hacerse oír / sea como sea, aquí no entran feas / pa' que lo veas, te voy a mostrar / mira esa fea, aquella otra fea / aquí no pueden entrar”.
Daniela es una niña de 5 años que se sale del esquema tradicional que nos llega de la primera mitad del siglo XX. Es claro que no le gusta que la llamen niña, no le gusta jugar con muñecas con forma de niñas, sus ropas no son de niña, en fin, ¡no es una niña!
2. Las noticias.
“Dos niños asesinados con saña. Una bestialidad que se niega a ser aceptada, cuando también se sabe que los autores visten la inocencia de casi la misma edad. José Antonio de 10 años y su hermana Katherin de 4, quizás nunca imaginaron que su primo (JR) también de diez, les arrancaría la vida con el filo de un machete y que apoyado en un hermanito (C.S.L) cuatro años menor, encarnó una de las tragedias más grandes que se originó en Boaco y disparó su conmoción al país entero” .
“Randy Castro está en primero. Pero, a la avanzada edad de 6 años, ha sido declarado agresor sexual por la Escuela Elemental de Potomac View. Es culpable de acoso sexual y el informe sobre el incidente permanecerá en su expediente por el resto de sus días lectivos (y quizá más allá)”.
“Tres niños, de ocho y nueva años, fueron internados el lunes en un centro de detención acusados de secuestro y violación de una niña de once cerca de un complejo de apartamentos suburbano, informaron funcionarios”.
“El crimen de la pequeña Milagros Belizán, ya era espantoso. Pero más estupor generó cuando se descubrió que los asesinos de la niña serían nada más y nada menos que dos hermanitos, de 8 y 9 años, vecinos del mismo barrio de la localidad bonaerense de Almirante Brown. Uno de esos chicos habría confesado el crimen”.
“Un niño de 11 años asesinó a su madrastra, quien estaba embarazada de 8 meses. ¿La razón? Sentía celos de quien iba a ser su futuro hermano”.
Podría citar muchas más noticias de este estilo, pero no hay mucho espacio. Algo pasa con los niños de hoy. Se comienzan a comportar como unas personitas que, de manera muy decidida, buscan su satisfacción sin vergüenza, sin límite, simplemente siguiendo sus impulsos. Cada vez aparecen con más frecuencia en el mundo casos de niños acusados de ser abusadores sexuales y homicidas . En menor grado de gravedad está el hoy famoso bullying, las relaciones sexuales entre menores, la masturbación en grupo, los niños que venden drogas alucinógenas, niños que roban, la disminución en la edad de las prostitutas, etc. Fenómenos que hasta hace algunos años eran propios de los adultos, o incluso, de los adolescentes, hoy los vemos en los niños de 10, 9 ó 5 años.
Algo pasa con la infancia en este mundo contemporáneo. Algunos dicen que está desapareciendo.
La explicación del fenómeno
Para explicar el fenómeno descrito es necesario ir a la sociología, a un autor norteamericano llamado Neil Postman (1931 – 2003). Buena parte de su trabajo intelectual gira alrededor de la influencia de la tecnología en la sociedad. Algunos de sus libros son: “Tecnópolis” (1992), “El fin de la educación” (1996), “¿Cómo ver un programa de televisión?” (1994), “La desaparición de la infancia” (1982). Obviamente es a este último al que voy a hacer referencia en esta parte de mi texto.
Dice Postman (1982):
“With television, the basis of this information hierarchy collapses. (…) The essential point is that TV presents information in a form that is undifferentiated in its accessibility, and this means that television does not need to make distinctions between the categories «child» and «adult».” (78-9)
Me parece que esta cita resume buena parte de la explicación que da el autor con respecto a la desaparición de la infancia. En ella aparecen los elementos claves en donde la teoría se sustenta: la televisión, el colapso de la jerarquía de la información, y las categorías “niño” - “adulto”. Estos tres elementos se relacionan de la siguiente forma: El hecho de que la televisión deje acceder indiscriminadamente a los niños a cualquier tipo de información, hace que la diferencia entre niños y adultos se borre. Para el año en que Postman escribe este texto, la televisión es el medio de comunicación de más auge en el mundo, pues entra en la gran mayoría de los hogares, especialmente en Estados Unidos . Tiene una función bien clara: comunicar. Pero para este autor, el medio de comunicación no es simplemente el canal que se usa para que determinado mensaje llegue a ciertas personas. El medio de comunicación, dice en Tecnópolis, trae una ideología:
“En cada herramienta hay inscrita una tendencia ideológica, una predisposición a construir el mundo de una manera y no de otra, a valorar una cosa más que otra, a desarrollar un sentido o una habilidad o una actitud más que otros” (Postman, 1992: 26)
Los efectos de la tecnología en la cultura no se explican simplemente añadiéndole a ésta la herramienta; es decir, CULTURA + TELEVISIÓN. El ingreso de la televisión a la cultura trae un efecto semejante al que tiene el agua de un vaso cuando se le añade una gota de tinta roja. El resultado es una nueva coloración en todas las moléculas de agua que están en el vaso. De la misma forma, CULTURA + TELEVISIÓN conlleva a una transformación completa de la cultura. La tecnología, y en este caso la televisión, no es simplemente una herramienta de comunicación. Dice: “Así es como funciona la tecnología de los medios de comunicación. Una nueva tecnología no añade ni quita nada. Lo cambia todo” (31).
En particular, ¿cuáles son los efectos de la televisión en la relación de los niños con los adultos? Si seguimos pensando la primera cita textual referenciada podremos construir una respuesta a esta pregunta, así: la televisión tiene el efecto de eliminar la línea que separa a los niños de los adultos, por el acceso indiferenciado que tienen los infantes a la información. Dicha accesibilidad se facilita básicamente, dice Postman, por tres razones: la televisión no requiere mayor instrucción para ser entendida, no trae información compleja, y no segrega a la audiencia. Entonces, Postman concluye, “without secrets, of course, there can be no such thing as childhood” (1992: 80) .
Para argumentar esta conclusión, el autor parte de un principio en relación a lo que estructura una sociedad: un grupo social está definido por la exclusividad de la información que sus miembros manejan. Esto lo explica dando el siguiente ejemplo: si todo mundo conociera lo que los abogados conocen, entonces no habría abogados; de la misma forma, insiste Postman, en que si los estudiantes conocieran lo que sus profesores conocen, entonces no habría diferencia entre estos dos grupos. Por eso es que un grupo está definido por la información que maneja. Unos son abogados, otros no; unos son maestros, otros alumnos.
Siguiendo esa lógica es que es posible decir que la división entre infancia y adultez desaparece en tanto que la televisión lo que hace es comenzar a abrir secretos, dejar que los niños accedan a información que antes era sólo para adultos, en fin, la televisión hace público lo que anteriormente era privado (1994: 83).
Esto trae una consecuencia profunda para la cultura, que yo ubico en el centro de la problemática que trabajo en este texto; la siguiente: “The idea of shame is diluted and demystified” (1992: 85). Es decir: el problema de que los niños accedan a cierta información no es sólo una cuestión cognitiva sino que tiene consecuencias sobre los parámetros que los niños usan para actuar. Es evidente que los niños de la primera década del siglo XX dejaron de hacer muchas cosas por vergüenza; los de inicios del siglo XXI, pocas. Los niños hoy son unos sinvergüenzas. ¡Tienen sexo y matan! No sienten vergüenza ni por lo uno ni por lo otro.
En la primera mitad del siglo XX los niños no podían estar conversando con los adultos; se les decía: “Váyase de acá que esto es conversación de adultos”. A cierta hora ya tenían que estar dormidos, porque “los niños no pueden trasnochar”. No podían decir malas palabras, porque “un niño no puede ser grosero”. Tenía que dormir con las manos sobre las cobijas, porque “un niño no se toca el cuerpo por debajo de la ropa”. Escuchaba y guardaba silencio mientras un adulto le hablaba, pues “el adulto ordena, y el niño escucha”. En resumidas cuentas, se tenía aún una imagen de niño muy victoriana.
Hoy, los niños discuten con sus padres al punto incluso de pegarles, se quedan despiertos hasta tarde en la noche muchas veces conectados a la internet, no miden las palabras que dicen, se masturban sin vergüenza, incluso a veces, dentro del salón de clases, en presencia de la maestra, etc. Son niños sinvergüenzas. Los diques que contenían sus impulsos colapsaron.
Para Postman, un niño sin vergüenza es un niño que no ha construido relaciones de autoridad con los adultos (1992: 86). Desde esta perspectiva, es claro que la mayor parte del problema no está en los niños. Los adultos de hoy hemos construido una sociedad en la cual hay un mandamiento irrefutable para alcanzar la felicidad: Gocen todo lo que puedan, con quien quieran, en el lugar que quieran, a la hora que quieran, y como quieran. En otras palabras: ¡Gocen sin límites!, al parecer, en un intento decidido por eliminar todo tabú. Por ejemplo, cuando en 1994 se implementó el Proyecto de Educación Sexual, había una frase que subrayaban con mucho énfasis todas las personas que lo lideraban: “Hay que acabar con el tabú de la sexualidad”. Argumentaban que si este tabú aún existía era porque no había una educación sexual acorde a los tiempos. Los papás y educadores modernos eran aquellos que hablaban de sexo con sus hijos y alumnos, respectivamente, sin tapujos.
Para quienes se pusieron en la tarea de educar sexualmente se convirtió casi en un imperativo eliminar el tabú que hay (no sé si decir había) alrededor de la sexualidad. Por eso, a los niños se les enseñó de manera muy ilustrativa cómo son los órganos sexuales del hombre y de la mujer, cómo se transmiten las enfermedades sexuales, cómo se tienen relaciones sexuales entre los adultos para poder concebir un hijo, los padres comenzaron a bañarse desnudos con sus hijos, etc; y a los adolescentes, se les dijo que masturbarse no era ningún problema, se les enseñó a poner preservativos hasta con la boca, y se les enseñaron todos los métodos anticonceptivos para poder evitar embarazos después de una noche de rumba. Y entonces, decían los educadores sexuales, “tenemos que seguir eliminando el tabú de la sexualidad”, supuestamente con la idea de que informando a los niños y adolescentes sobre la misma, harían que ellos contuvieran sus impulsos de buscar satisfacción sexual prematura, y por lo tanto, se estaría trabajando en la prevención de embarazos prematuros y de enfermedades de transmisión sexual.
Resultado final después de 15 años: no hay disminución de embarazos en adolescentes, y tampoco disminución de las enfermedades de transmisión sexual. Se pretendió eliminar el tabú, se liberalizaron las prácticas de crianza y las educativas alrededor del tema sexual, pero olvidaron hacerse una pregunta: ¿cuál es el lugar del tabú en la cultura?
Freud en su texto “Tótem y tabú” nos trae una definición que nos puede ayudar a esclarecer este punto. Dice:
“El significado del tabú se nos explicita siguiendo dos direcciones contrapuestas. Por una parte, nos dice «sagrado», «santificado», y, por otra, «ominoso», «peligroso», «prohibido», «impuro». Lo opuesto al tabú se llama en lengua polinesia «noa»: lo acostumbrado, lo asequible a todos. Así, adhiere al tabú algo como el concepto de una reserva; el tabú se expresa también esencialmente en prohibiciones y limitaciones. Nuestra expresión compuesta «horror sagrado» equivaldría en muchos casos al sentido del tabú” (1980: 27).
El tabú es una prohibición máxima en el orden de lo sagrado. Es decir que no es un límite como cualquiera (un semáforo, una fecha para pagar alguna compra, etc), sino que apunta a prohibir algo que para una cultura es extremadamente peligroso; el tabú defiende a la cultura de su autodestrucción. En ese sentido llama la atención que en francés, para decir “prohibido fumar”, la expresión sea: “defense fumer”. Prohibido en español tiene una traducción en francés que parte de la palabra defender. Cuando se prohíbe fumar en algún sitio en particular, la cultura se está defendiendo del fumador. El tabú tiene usualmente como función la protección de algo o alguien; por ejemplo, protege a personas importantes (jefes, sacerdotes) de posibles daños, cuida a los débiles (niños, mujeres) de posibles abusadores, etc. (Freud, 1980: 28).
En ese orden de ideas, ¿qué pasaría si el tabú realmente se elimina? Se eliminarían las restricciones fundamentales que están en el centro de la civilización, y por lo tanto, entraríamos en un grave peligro de autodestrucción. Pero, entonces, ¿cuáles son esas restricciones fundamentales? Postman las nombra así:
“Civilization cannot exist without the control of impulses, particularly the impulse toward agression and inmediate gratification. We are in constant danger of being possessed by barbarism, of being overrun by violence, promiscuity, instinct, egoism.” (1994: 87)
Lo que quiere decir que seguir trabajando en la lógica de eliminar el tabú, favorece la destrucción de la cultura, y para este caso particular, la destrucción de los mismos niños y su entorno. Por eso, cuando impusieron el toque de queda en algunos barrios de la ciudad para que los niños no salieran a la calle a partir de cierta hora, la pregunta que quedaba en el ambiente era: ¿Estamos defendiendo a los niños o nos estamos defendiendo de ellos? Las dos cosas.
Salidas
Todas estas reflexiones en torno a la desaparición de la infancia por el intento de eliminar el tabú como práctica pedagógica, trae consecuencias estructurales en relación a las políticas de educación sexual. Quienes participen del XIV Congreso Colombiano de Sexología y Educación Sexual, podrán escucharlas.
BIBLIOGRAFÍA
Freud, Sigmund (1980). Tótem y tabú, Buenos Aires, Amorrortu.
Postman, Neil (1994). The disappearance of childhood, New York, Vintage books.
___________ (1994). Tecnópolis, Barcelona, Círculo de Lectores.
jueves, 22 de octubre de 2009
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