miércoles, 22 de septiembre de 2010

FUE SIN QUERER QUERIENDO -Sobre la responsabilidad de los adolescentes en su embarazo-

FUE SIN QUERER QUERIENDO
-Sobre la responsabilidad de los adolescentes en su embarazo-

Las estadísticas de embarazo en adolescentes siguen siendo alarmantes para los estudiosos de la salud pública en Colombia. La ENDS se ha realizado los años 1990, 1995, 2000 y 2005. En cada uno de esos años, aparece una tabla global midiendo el porcentaje de adolescentes en embarazo, o que ya hayan tenido algún hijo. La tabla que aparece a continuación articula varios elementos: año de la encuesta (primera fila), edad de la adolescente encuestada (primera columna), porcentaje de adolescentes en embarazo (desde la segunda a la quinta columna) o que ya han tenido algún hijo, y el número total de adolescentes encuestados (cifra entre paréntesis). Uniendo estos elementos se puede construir una tabla comparativa, año tras año, así:

Año

Edad 1990 1995 2000 2005
15 3.1 (389) 4.9 (515) 3.2 (431) 6.5 (1506)
16 8.1 (404) 9.4 (431) 11 (442) 11 (1379)
17 12.1 (313) 14 (429) 20.3 (447) 19 (1380)
18 18.4 (345) 25.6 (422) 26.7 (507) 29.6 (1324)
19 25.1 (327) 38.6 (359) 32.9 (473) 39.1 (1313)

Año tras año, el porcentaje de adolescentes en embarazo aumenta, trayendo como consecuencia más problemas de salud tanto para la madre como para el niño, la multiplicación de la pobreza, y el crecimiento acelerado de la población (Stern, 1997: 2). Esos son problemas de salud pública que interesan en mayor medida a salubristas, médicos, trabajadores sociales, etc. El psicoanálisis no demerita el valor de las estadísticas, pues ellas muestran las tendencias básicas que los seres humanos estamos siguiendo en relación a algunos problemas específicos de la cultura; en este caso, el embarazo en adolescentes. Analizando dichas estadísticas, es posible deducir que algo pasa en el adolescente de hoy, distinto a lo que pasaba en el adolescente de hace 20 años, pues el porcentaje de embarazos en esta población, ha variado, ha aumentado. El psicoanálisis se ubica a la altura de nuestro tiempo cuando se lanza a comprender los fenómenos actuales con la batería de conceptos que esta disciplina le ha aportado al humano saber.
Comencemos aclarando algo: cuando un psicoanalista se acerca a un fenómeno, no es una tabula rasa, ni quiere serlo. Se acerca, mínimamente, con una noción de sujeto, con la cual privilegia ciertos aspectos del fenómeno, tales como la equivocación, el lapsus, el olvido, etc; todos, manifestaciones del sujeto en la palabra de la persona entrevistada. Para este fenómeno del embarazo en adolescentes en particular, llama la atención que usualmente los adolescentes digan: “fue una equivocación”, “fue un error”, “yo no lo quise así”, “se me olvidó”, “no fui capaz de detenerme”, etc. De ahí que el embarazo en adolescentes cobre tanto interés para el psicoanálisis, pues es algo que sucede, en la mayoría de los casos, sin el consentimiento de los implicados, es decir, de una manera inconsciente. De ello dan cuenta las expresiones arriba citadas. Y entonces surge la pregunta: ¿cómo aparece la responsabilidad en del adolescente en su embarazo?
I. Entrevistas .
Para responder esta pregunta, el primer insumo es un grupo de entrevistas que se hizo con un grupo de adolescentes. En su análisis se encontraron varios elementos que se repitieron con cierta insistencia:
1. La familia también tiene que hacerse responsable del embarazo de la adolescente.
Varios de los dichos son los siguientes:
“Es algo que no sólo le ocurre a usted sino que le ocurre también a la vida de las personas que lo rodean en el sentido de que por ejemplo una niña de 14 años tiene un niño, ya no va a correr con esa responsabilidad, sino que las personas que la rodean tienen que meterse ahí a ayudarle”
“La responsabilidad cae sobre uno y la familia de uno”.
“Hay unas niñas que se apresuran a tener bebés y no es la responsabilidad tanto de ellas sino de la madre, el padre, los hermanos mayores, el ayudarle a sacar adelante, a que no se enferme, a tener los cuidados necesarios”.

A partir de este primer grupo de dichos, la noción de responsabilidad que se infiere está muy relacionada con el deber. Es decir que los dichos hablan sobre quién debe hacerse cargo del hijo del adolescente. Es muy claro que, en la mayoría de los casos, es su familia quien se hace cargo del niño, pues, evidentemente, hacer esto implica dinero, que es precisamente lo que no suele tener el adolescente.
Hay un segundo grupo de dichos que relacionan la responsabilidad con la causa de lo que pasó; es decir, lo que ellos mencionan cuando se preguntan: ¿quién tuvo la culpa de lo que pasó?

“Los padres tienen mucho que ver en eso también porque si un padre le da la libertad a la hija a salir por ejemplo a las 10 de la noche hasta la madrugada, entonces ella va a hacer muchas cosas durante la noche; entonces como dice el dicho: se acuestan dos y terminan tres”
“Los padres, por ejemplo una niña puede salir, le pueden dar libertad, no libertad exagerada, pero sí puede divertirse, tiene derecho, pero si los padres le dan un buen conocimiento, un buen seguimiento desde pequeños, la niña va a saber qué es bueno y qué es malo, y sin la niña sabe qué es tener dignidad y todo, la niña puede no quedar en embarazo a tan temprana edad. Yo no estoy diciendo que la niña de 14 años no tiene dignidad porque está en embarazo, yo no estoy diciendo eso, sino que eso viene también mucho con que los padres las aconsejan”.
“Eso también es por culpa de los padres, porque ellos los dejan hacer lo que quieran, les dan libertad, los dejan salir a cualquier hora”.
“Hay niñas que las mantienen encerradas, entonces estas niñas se aprovechan por ejemplo de que algún día las dejaron salir o le dieron la forma como salieran y esas niñas lo que no pueden hacer en toda la vida de ellas, lo hacen en un solo momento y ahí eso se desordenan y quedan así. Por eso yo pienso que la culpa también es de los padres”.
“Eso también es problema de la educación de los padres, que dejan televisores en los cuartos de los hijos y no saben hasta qué horas están viendo televisión; existen muchos programas pornográficos que no les ponen bloqueo ni les enseñan a los hijos que no tienen que ver eso y los hijos por conocer, se ponen a ver eso y empiezan a enrolarse en esas tramas y ahí quedan en el vicio de la pornografía”.

Cuando estos adolescentes se preguntaron por la causa, y, como dicen ellos, por quién es el culpable de lo que pasó, en muchos de sus dichos, aparecen los padres como aquellos personajes que le dan mucha libertad a los adolescentes, los dejan salir hasta muy tarde, no se dan cuenta de la pornografía que ven en la televisión cuando se acuestan a altas horas de la noche, y además, no los aconsejan sobre lo que es bueno o no.
2. El segundo elemento que se repite con cierta insistencia es la creencia generalizada de que el joven sólo piensa en pasar bueno.
Varios de los dichos de los adolescentes en esta dirección son los siguientes:
“El joven simplemente se deja llevar por el placer”.
“¿Los niños ahorita qué piensan? Rumba, juego, comida, dormir, mujeres y vuelve y juega rumba, comida, mujeres; ellos no piensan en trabajo porque mi papá me lo da todo; ellos no piensan en responsabilidades porque no las tienen; ellos no piensan en nada de eso. Estamos metidos en un mundo donde los jóvenes hacen lo que les da la gana”
“Digamos que los jóvenes van un sábado a una discoteca, una taberna, resultan en el momento donde llegan esas emociones, las niñas se lo dan a cualquiera, o no a cualquiera porque una mujer tampoco se lo da a cualquiera. En ese momento no tiene ni condones ni nada, que es la forma más fácil de planificar y se van. El pelao piensa: cuando yo me vaya a botar yo lo saco y listo, queda ahí, llega el momento en que comenzó a botar, no, no soy capaz de sacarlo, pasó el momento y todo y ya, y al tiempito se dio cuenta que estaba embarazada, entonces sí ve que llegó la forma en que no se pudo planificar?”.
“Eso no tiene que ser en una discoteca, en la casa, donde sea y llegó… la situación que el compañero dice no es que se presenta en una discoteca, está usted con sus deseos y llegó la dama, puede ser la más fufa en fin pero llegó la dama y se le dio la oportunidad, se dejan llevar por los deseos, ahí no se puede planificar porque uno no va preparado, o si le da de pronto en la casa usted no esperaba visita, usted no tiene condón y llegó, usted está solo, ahí se da la oportunidad, ahí por ejemplo qué va a planificar uno? Usted se pone a pensar eso…”
“Como uno está tan joven y es tan descuidado, a uno no le importa, a uno no le importa salir si está lloviendo, a uno no le importa si sale y está lloviendo, no le importa si tiene relaciones y no está protegido, uno es como … hay jóvenes, no lo digo por mí sino que hay jóvenes que no piensan bien en las cosas, no analizan las cosas”.

Cuando los adolescentes se preguntan por la causa del embarazo en la adolescencia piensan también en su condición de jóvenes. Parecieran decir que esencialmente, ellos sólo piensan en placer, y dicho placer está desligado totalmente de cualquier cosa que hable sobre prevención, cuidado y responsabilidad. Según ellos, la condición juvenil hace que ellos tiendan hacia el sexo desmedido; y si es desmedido, entonces está propenso a las consecuencias, usualmente mortíferas, de tener sexo sin protección. Es como si dijeran: ¡Qué culpa nosotros de nuestros embarazos si somos jóvenes, y a los jóvenes nos gusta el sexo sin protección!

Comentario final de las entrevistas en relación a la responsabilidad
Hay dos maneras de entender la responsabilidad:
Una, asemejándola a la noción de deber; y está claro para los adolescentes que quienes asumen la responsabilidad del hijo no es sólo él, sino toda la familia.
Y dos, asemejándola a la noción de culpa. Ellos plantean que la culpa es de los padres por el exceso de libertad que les dan y por no darles buenos consejos en relación a lo que deben o no hacer cuando están solos con su pareja.
Por otro lado, cuando se les invita a seguir pensando en la responsabilidad de su embarazo, aluden a su condición juvenil, como una condición irresponsable, que no piensa, y que le da rienda suelta a su satisfacción.
Atendiendo sólo al trabajo de campo realizado da la impresión de que ellos perciben que las riendas de su vida no las tienen ellos mismos, sino algo que está más allá de ellos: su familia, y su condición juvenil.
Se podría concluir a partir de este pequeño trabajo de campo que hay jóvenes que no se perciben como responsables de su embarazo.
Y entonces se entiende algo: en muchas ocasiones, las intervenciones psicológicas y educativas que se construyen para el adolescente en embarazo, mantienen esta misma lógica según la cual él es víctima de un sinnúmero de factores que finalmente lo llevan a esa condición. Por eso se habla de la pobreza, el abuso sexual, la falta de educación, la familia dividida, etc., como factores sociales que causan esta problemática. Posiblemente, es a causa de estos modelos explicativos que los jóvenes, de manera repetida, hablan de su embarazo siempre sacándose a sí mismos del eje de la problemática: el otro no me educó bien, el otro me da mucha libertad, mi cuerpo (por ser joven) busca mucho placer, mis padres no me aconsejaron bien, eso me pasó inconscientemente, etc. Finalmente, todas esas explicaciones apuntan en una dirección: el adolescente padece sus vivencias sexuales.
Por eso, pensar el embarazo en adolescentes desde el psicoanálisis implica volver a la revolución conceptual que hizo Freud en su época; pero ya no en relación a que el mundo acepte la sexualidad de los niños, sino la de los adolescentes. Alguien podrá decir: siempre, incluso en la época de Freud se dijo que los adolescentes tienen sexualidad. Y respondo: sí, pero esa sexualidad que se le atribuye al adolescente es dessexualizada, y hasta podría decir, deshumanizada. Es decir, vista desde el modelo animal, que sirve para la reproducción, es heterosexual y monogámica. Con una concepción así, la vida sexual se padece como la padecen los animales, y entonces el sujeto queda borrado.
¿Qué características tiene una sexualidad sexualizada a partir del psicoanálisis?
- Siempre somos responsables de ella.
- Nuestra sexualidad no suele tender a la felicidad.

II. Una sexualidad sexualizada es responsable.
Para explicar la noción de responsabilidad, partamos de dos dichos de los mismos adolescentes en relación a su embarazo: “yo no quería quedar en embarazo, pero pasó”, “son cosas que pasan y uno ni se da cuenta cuándo ni cómo”.
Si asumimos que uno sólo es responsable del “yo-consciente”, entonces el embarazo en adolescentes siempre será asumido como un accidente, como algo que sucede por fuera del poder del sujeto. La frase popular reza así: “eso fue inconsciente”. Y pareciera ser que, en tanto que fue un acto inconsciente, entonces, exime al sujeto de la responsabilidad.
Parados epistemológicamente en el psicoanálisis, la cuestión se subvierte, del mismo modo que Freud subvirtió el orden cuando planteó que el niño era sexuado. ¿En qué consiste dicha subversión? En que somos responsables de los actos que denominamos como inconscientes. En Argentina, hay una expresión juvenil que llamó mi atención; cuando a una adolescente se le olvidan las pastillas, ella dice: “Huy, me colgué. No tomé las pastillas”. En esa expresión hay una relación entre un olvido y colgarse; en ese dicho, aparece, inconscientemente, algo del lado de la responsabilidad en el olvido: me colgué es lo mismo que decir me olvidé. He ahí la subversión del psicoanálisis: el sujeto de la responsabilidad aparece fundamentalmente en las formaciones del inconsciente: el olvido, el sueño, el lapsus, y el síntoma. Por eso es que en psicoanálisis, la verdad del sujeto no está en la conciencia, sino en la inconsciencia. “Cuando no pienso, soy”, dice Lacan.
Pero, ¿qué es la responsabilidad?
Héctor Gallo la define del siguiente modo: “es hacerse cargo de su verdad.” Aparece cuando un sujeto reconoce que su ser está puesto en todos sus actos, incluso, en los que se escapan de su control. Por eso un psicoanalista cuando lee alguna situación, lo que hace en todo momento es preguntarse por la verdad subjetiva que hay implicada allí. No se niegan los contextos culturales, las familias, las instituciones educativas que rodean al sujeto, pero sí se subraya el hecho de que siempre hay una respuesta del sujeto frente a su entorno. Por más hostil que sea el entorno del niño o del adolescente, ellos (cada uno) siempre responden de una manera particular dependiendo de su subjetividad.
Por eso desde el psicoanálisis no es posible ubicar la causa del embarazo en adolescentes en los condicionamientos externos. Cuando se hace esto, los modos de intervención apuntan en esa misma dirección, es decir, a modificar el entorno de los adolescentes, pues se espera que de ese modo ya no estarán en situaciones de riesgo: los padres de familia les controlan la hora de llegada a la casa, los educadores les hablan sobre las personas que posiblemente puedan abusar de ellos, los alcaldes imponen la hora zanahoria, etc. ¿Resultado final? Los adolescentes tienen sexo en las mañanas (en los baños de los colegios), los adolescentes son quienes acosan a sus compañeros y/o compañeras, y los adolescentes arman rumbas en casas de donde el alcalde no los puede sacar. Es decir: imponga el control que imponga, la decisión de quedar en embarazo está en el mismo adolescente.
¿El acto inconsciente es una decisión? Miren lo que dice un adolescente, y juzguen:
“Digamos que los jóvenes van un sábado a una discoteca, una taberna, resultan en el momento donde llegan esas emociones, las niñas se lo dan a cualquiera, o no a cualquiera porque una mujer tampoco se lo da a cualquiera. En ese momento no tiene ni condones ni nada, que es la forma más fácil de planificar y se van. El pelao piensa: cuando yo me vaya a botar yo lo saco y listo, queda ahí, llega el momento en que comenzó a botar, y no, no soy capaz de sacarlo, pasó el momento y todo y ya, y al tiempito se dio cuenta que estaba embarazada, entonces sí ve que llegó la forma en que no se pudo planificar?”.
En ese dicho el adolescente habla de todas las situaciones que se le salen de las manos. El psicoanalista quiere no ser ingenuo, y entonces frente a cada frase en posición de víctima, ubica una pregunta que apunta a la responsabilidad, así:
- “Resultan en el momento donde llegan esas emociones”. ¿El momento no es propiciado? ¿Les pusieron un revólver en la cabeza para que fueran a la discoteca a perriar?
- “Las niñas se lo dan a cualquiera”. ¡Ah!, claro. Es culpa de las niñas que se lo dan a uno. El muchacho que habla es víctima del acoso de ellas.
- “En ese momento no tiene ni condones ni nada”. ¿Y quién tiene que comprar los condones? ¿Los papás? ¿El Estado?
- “Llegó el momento en que comenzó a botar, y no, no soy capaz de sacarlo”. ¡Pobrecito! Víctima del placer.
Frente al discurso que dessexualiza la sexualidad, el psicoanálisis subraya que de ella siempre somos responsables. Es decir: allí siempre se juega una porción de verdad del sujeto implicado.

III. Una sexualidad sexualizada no tiene como fin unívoco el placer.
Dice un entrevistado:
“Es que por ahí dicen que el ser humano también es un animal, y entonces uno siempre está buscando sexo por ahí. Y no sólo en las discotecas, sino en el colegio, entre las amigas, en la calle. ¡Uno es un animalito!”.
No sólo los mismos adolescentes, sino también muchos estudiosos, ven su sexualidad con la simplicidad de lo animal: es un instinto y el producto de su satisfacción es el placer. Y entonces aparecen todas las voces moralistas satanizando la sexualidad, con un semblante de humanismo.
Así es como, en muchas ocasiones, la intervención del profesional de la educación, o el psicólogo, apunta a concientizar a los adolescentes de los riesgos a los que se exponen, esperando que sea la conciencia y la supuesta aspiración a la felicidad lo que controle sus actos. Entonces les damos información sobre métodos de planificación, sobre los riesgos de contraer una enfermedad de transmisión sexual cuando se tiene sexo sin protección, y, además se les da formación en valores, pues esto ayuda a que sus hábitos sexuales sean más moderados. Frente a esto, el adolescente responde así: “yo sé sobre los métodos de planificación y la importancia del condón, pero… ¿quién se va a poner a pensar en un condón en una calentura de ésas?”, “es que uno es joven, y como joven lo que nos interesa es pasar bueno”, “yo lo quise sacar antes de terminar, pero no fui capaz”. Hay algo del lado del adolescente que, de una manera acéfala busca constante y repetidamente, la satisfacción. Por eso es que el adolescente no es víctima de su embarazo; él como sujeto busca la satisfacción en algo relacionado con la situación de embarazo. Alguien preguntará: ¿cómo va a ser satisfactorio para un adolescente truncarse la vida con la crianza de un hijo? Dos vías para responder esta pregunta: por un lado, hay adolescentes que de manera directa dicen querer un hijo; y por el otro, hay adolescentes para los cuales tener un hijo representa algo muy conflictivo y problemático. En los dos casos, para el psicoanálisis, es un empuje a la satisfacción. Es de mi interés desarrollar un poco el segundo caso, y para ello es necesario tomar una noción psicoanalítica que subvierte la concepción animal que se tiene de la sexualidad humana: la condición masoquista de la satisfacción.
Para Freud, ese masoquismo es primordial , y es hermana de otras nociones lacanianas que con sólo nombrarlas nos dan una idea sobre la segunda subversión que introduce el psicoanálisis al momento de pensar la psiquis humana; las nociones son las siguientes: pulsión de muerte , autopunición , tendencia a la enfermedad y al fracaso , tendencia suicida . Esta subversión consiste en comprender que la tendencia básica del ser humano no es el éxito, sino el fracaso. Contrario a las concepciones desarrollistas del ser humano, el psicoanálisis comprende, desde Más allá del principio del placer, que la tendencia del sujeto no es el bien, ni el placer. Dice Freud: “La meta de toda vida es la muerte” . Lo animado tiende a lo inanimado; la vida aspira a un estado antiguo, inorgánico. Suena subversivo, sobre todo en esta época en la que proliferan discursos en los cuales sólo tiene cabida el éxito, el cumplimiento de los deseos, el progreso, la programación mental, etc. La lógica racional dice que frente al peligro uno debe huir, alejarse, protegerse. La lógica freudiana comprende que la psiquis humana es irracional y, por lo tanto, en muchas ocasiones el sujeto pareciera buscar la muerte, no la vida.
Para entender la relación entre la vida y la muerte, tomemos la banda de Moebius:

Esta banda tiene la particularidad de que si uno con el dedo recorre el borde externo, llega un momento en el que se pasa al borde interno. De ese modo es que se relaciona la vida y la muerte, el placer y el dolor. Es por eso que el adolescente comienza con el placer del sexo sin cuidarse, y llega un momento en el que, eso tan placentero, se convierte en algo doloroso, mortífero (un hijo a destiempo, una enfermedad de transmisión sexual, un lío afectivo). Con la banda de Moebius se puede entender la cercanía peligrosa entre lo vital del placer sexual y lo mortífero del mismo. Por eso es que una sociedad como la nuestra, catalogada como de las más felices en el mundo, con mucha facilidad se topa con los rostros de la muerte. Al exceso de placer le sucede una dimensión mortífera. De esto, nadie se escapa. Pero, y en esto es enfático el psicoanálisis, no por ser lo mortífero la tendencia inconsciente del sujeto, entonces deja uno de ser responsable de ello.
La satisfacción en lo mortífero es una de las nociones subversivas del psicoanálisis para comprender el embarazo en adolescentes.

A modo de conclusión
¿Por qué siguen en aumento las tasas de embarazo en adolescentes? El psicoanálisis responde en dos vías:
1. El adolescente busca satisfacerse sexualmente en contra de cualquier ideal cultural que la familia, la escuela y el Estado le ofrezcan.
2. En el núcleo de la satisfacción pulsional está la muerte.
“Fue sin querer queriendo”, es el título de este texto. Es la frase que el Chavo del Ocho dice cada que le pega un golpe al señor Barriga, aludiendo a que fue algo inconsciente, pero también a que es capaz de reconocer que también su querer estaba inmiscuido allí. Tal vez es la frase que debamos ayudarle a construir a los adolescentes de nuestros colegios y consultorios frente a cada uno de sus actos. Y entonces, sólo después de eso, tal vez el mismo adolescente decida algo en relación a la prevención de embarazos a destiempo. ¿Cómo? En otra ocasión será.



BIBLIOGRAFÍA


BIENESTAR FAMILIAR. PROFAMILIA. Encuesta Nacional de Demografía y Salud. Bogotá, 2005.
Freud, Sigmund. Más allá del principio del placer. Obras completas. Vol. XVIII. Amorrortu. Buenos Aires, 1979.
Gallo, Héctor. El Sujeto Criminal. Universidad de Antioquia. Medellín, 2007.
Gallo Restrepo, Nancy Eliana. Molina Jaramillo, Astrid Natalia. Evaluación de resultados inmediatos del proyecto Acciones de información, educación y comunicación en salud sexual y reproductiva para Medellín en 2007. En: Salud Pública de Medellín. Vol. 3, No. 1. Junio de 2008.
Lacan, Jacques. Los escritos técnicos de Freud. Paidós, Buenos Aires. 2002.
____________. El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica. Paidós. Buenos Aires, 1983.
____________. La lógica del fantasma (inédito), 1966-7.
Quintero Benavides, Alejandra. Algunas ideas en torno al embarazo adolescente: un ejercicio biopolítico. Tesis para optar al título de Magister en Derecho. Universidad de los Andes. Enero, 2008.

lunes, 23 de agosto de 2010

LA DIVISIÓN DEL SUJETO EN VOZ DE JAIME Y DE BAYLY

Aún es pronto para morir
Autor: Jaime Bayly
Nada de lo que está pasando estaba remotamente en mis planes y por eso asisto pasmado, incrédulo y curioso a la vida de ese señor que supuestamente soy yo, pero que cada día me parece más un extraño, alguien que hace cosas que no puedo explicar ni justificar y a duras penas puedo contar.

De pronto a este señor se le ocurre que se irá a vivir a Bogotá y ni siquiera me lo consulta, lo anuncia a la prensa, firma unos contratos, graba unas promociones, viaja como un fanático con una misión, y ahora este señor y yo, o ese señor al que llaman Jaime Baylys y yo (que no elegí ser yo ni tampoco que llamaran Jaime Baylys a ese otro señor que anda por la vida diciendo que soy yo), estamos viviendo en Bogotá, así porque sí, porque el señor se encaprichó y me trajo como si yo fuera un bulto (que en realidad es lo que soy para él, para el señorito hablantín de Jaime Baylys que me lleva y me trae como si yo fuera su carry on, que es exactamente lo que soy para él).

Pues aquí estamos los dos, viviendo en una ciudad fría, arbolada, verde allá arriba, una ciudad con calles numeradas, una ciudad en la que Baylys me dice que hay más autos que personas y que está seguro de haber visto autos que van solos por las autopistas, una ciudad en la que no nos dejan caminar sin vigilancia porque Baylys tiene enemigos que lo quieren matar (incluyéndome), y entonces tenemos que salir los dos con chofer y guardaespaldas en camioneta blindada (un blindaje que creo redundante, porque la capa adiposa que se ha dejado crecer Baylys me parece ya a prueba de balas o, cuando menos, de perdigones).

Una noche dejo a Baylys durmiendo en el hotel y salgo a caminar y me pierdo por las calles de este barrio singularmente apacible y cuando regreso del paseo se me va el aire (es sabido que Baylys también pierde aire) y nos echamos los dos y de pronto sentimos que nos han puesto una bolsa de cemento encima del pecho, sentimos o siento (porque Baylys es tan desalmado que ya no siente nada) que alguien nos aprieta el pecho o se ha sentado sobre nosotros y el pecho está a punto de estallarnos y ese dolor opresivo, quemante, puede ser el anuncio de que un infarto segará con buen tino la inefable existencia de Jaime Baylys y me dejará en paz para ver en qué otro cuerpo consigo meterme cuando el suyo sea ya un cadáver flácido en descomposición.

Siendo entonces que el dolor nos agobia a ambos, es solo a Baylys a quien le preocupa morir, porque yo lo que quiero es escapar de ese señor y no verlo más, ese señor me ha hecho la vida imposible, me ha exhibido más de veinticinco años en todas las televisiones que se le han obsequiado y me ha maquillado cien mil y una noches y me ha hecho decir cosas por las que ahora siento verdadero hastío: digamos entonces que Baylys se asusta porque siente que va a morir en un hotel de Bogotá, ese incendio en el pecho y la respiración entrecortada y el vahído que presagia un desmayo no pueden ser sino señales de la muerte inminente, y digamos que en lo que a mí respecta, nos quedamos echados y esperamos el infarto, bienvenido sea, que cualquier cosa tiene que ser mejor que seguir viviendo encerrado como rehén en el cuerpo desfigurado y ventrudo de ese señor que va por la vida con aires de listillo haciéndose llamar Jaime Baylys.

Para mi desdicha, Baylys no quiere morir, tiene pánico a morir, no porque tema algún castigo divino o una reencarnación arácnida, sino porque está encantado de ser él mismo y dejar de serlo le parece espeluznante, atroz, insoportable (todo lo contrario de lo que pienso yo), y es por eso que encuentra fuerzas (fuerzas que creo que arranca de su ego, un ego que tiene las dimensiones de un océano) y se levanta de la cama y, mareado y con un zumbido en los oídos y el corazón bailando un mambo o mejor un vallenato, camina por los pasillos del hotel y comprende que si no llega pronto a una clínica será tiempo de morir infartado, asorochado, extenuado y todavía maquillado en esta ciudad a la que me trajo a vivir y por lo visto a morir también.

Baylys (hay que ver lo vanidoso que es) ha encontrado tiempo para ponerse un sombrero, un sobretodo negro y una bufanda y ahora está en la puerta del hotel buscando a Fabio, el conductor, y a John Jairo, el custodio, pero no aparecen en el horizonte brumoso de la calle ochenta y cuatro, han de estar durmiendo en sus casas, hartos de llevar y traer a Jaime Baylys, soportando su cháchara incesante, y entonces pienso que lo mejor sería caminar hasta que nos sorprenda la muerte y caer desplomados bajo un árbol añoso de esta ciudad en la que llueve una lluvia que a veces parece hielo, pero el señorito no comparte mi opinión de que ya va siendo hora de callar, de que nunca es pronto para morir en Bogotá, y entonces me sorprende haciendo gestos para detener a un taxi, subiéndose al vehículo y diciéndole al conductor:

-Por favor, lléveme a la clínica más cercana.
El taxista tiene la prudencia de no hacer preguntas y se enreda en una travesía serpentina, una cumbia resonando en los parlantes, y anuncia en pocos minutos que hemos llegado a la clínica El Country y que le debemos diez mil pesos. Baylys busca su billetera y no la encuentra, no hay billetera ni pesos para pagarle al conductor que nos ha traído a la velocidad de la luz a esta clínica. Baylys me sorprende, él siempre esconde un fajo bajo la manga: saca cien dólares, se los da al chófer y le dice:

-Hoy es su día de suerte.
Luego bajamos y caminamos hasta que la doctora Maite advierte que no nos sobran pasos ni respiros y que todo el aire que hemos venido perdiendo se nos ha ido ya y ahora estamos tratando de recuperar (si tal cosa es posible) el aire perdido y con el aire, la vida, esperando el que habrá de ser el último resoplido de esa ballena varada en esta clínica a la que ha venido a que le salven la vida que no merece que le salve nadie.

Cuando pienso que ya va siendo hora de terminar este sainete y salir corriendo de este señor y encontrar una compañía más digna, la doctora (que es joven, es guapa, ha reconocido a Baylys y le tiene simpatía) se apresura en auxiliarnos y en pocos minutos estamos tendidos, entubados, respirando oxígeno de insólita pureza, recibiendo urgentes atenciones para que no nos reviente el corazón como una piñata aporreada por los niños terribles que llevamos dentro (que alcanzan para varios cumpleaños y quedan sobrando: todo en Baylys ha sido siempre aniñado, pueril, una suma de niñerías, insolencias y desplantes de crío malcriado).

Gracias a la doctora Maite, salvamos la vida en la clínica El Country y ahora nos aprestamos a salir al aeropuerto para viajar a Lima y hospedarnos en el Country: se podría decir entonces que es la nuestra una vida signada por el vértigo de salir de un Country para entrar a otro Country, sin saber bien cuál es el hospital y cuál es el hotel y, sobre todo, cuál es el país, el country, en el que estoy, al que voy, del que vengo y al que me llevan sin consultarme. Curiosamente, me parece que Jaime Baylys me ha condenado a vivir de Country en Country y ser al mismo tiempo un apátrida without any country whatsoever, y por eso yo pensaba que no era pronto para morir aquella noche en Bogotá y él, que se cree inmortal o que cree que las cosas chapuceras que ha dejado escritas se leerán cuando no queden de él sino sus huesos (si no han sido antes cremados: en cuyo caso, cuando no queden de él sino sus cenizas), está encantado de seguir vivo, lleno de aire, respirando sin agitación, pidiéndole al camarero un jugo de guanábana más, echándole bastante salvado (que Fabio nos ha regalado, pues el conductor, hombre de verbo impredecible, nos dijo una noche: “Don Baylys se va a purificar si toma El Salvado”, y Baylys y yo pensamos que Fabio quería hablarnos de una congregación religiosa, y Fabio añadió: “Yo, desde que tomo El Salvado, me he purificado”, y Baylys le preguntó qué debía hacer para purificarse, y Fabio dijo que tomar Salvado en cucharadas, y al día siguiente se presentó con dos bolsas de Salvado y desde entonces Baylys y yo nos hemos hecho adictos al jugo de guanábana con Salvado y quién hubiera dicho que El Salvador iba a venir en una bolsa de quinientos gramos, lo que pesa el Salvado Fino) y llevándome cinco y seis veces al día al inodoro para confirmar lo que Fabio dijo: “Mire, don Baylys, pruebe El Salvado y ya verá cómo le purifica su, perdone la expresión, su materia fecal”.

Así las cosas, antes éramos solo dos, Jaime Baylys y yo, que lo sigo acompañando muy a mi pesar, y ahora somos ya tres, Baylys, el que esto escribe y el bendito Salvado salvador, alabado sea, que viene purificándonos y recuperándonos del incendio que casi nos quemó el corazón (y a la doctora Maite: el lunes paso por la clínica para pagar lo que le quedé debiendo).

LA DIVISIÓN DEL SUJETO EN VOZ DE JAIME Y DE BAYLY

http://peru21.pe/impresa/noticia/aun-pronto-morir/2009-11-09/26059

miércoles, 18 de agosto de 2010

manual de sexualidad para jóvenes

http://cjex.org/component/docman/doc_download/12-fanzine-qel-placer-esta-en-las-manosq.html&h=4590d

domingo, 11 de julio de 2010

Obesidad

Ingrid, la loca

martes, 4 de mayo de 2010

Cuentas de alguien que no sabe matemáticas

Hagamos unas cuentas "a vuelo de pájaro":
En Colombia somos 45.426.285.
La población apta para votar es de: 26.000.000.
La abstención está en un 55%; es decir: 14.300.000
Vota el 45%; es decir: 11.700.000
Siguiendo las estadísticas, el 39% votará por Mockus; es decir: 4.563.000
En Colombia hay 4,519,320 personas con FACEBOOK.
Según la encuesta de la página "El reemplazo de Uribe", en Facebook, el 58% vota por Mockus, es decir: 2.621.205

PENSAMIENTOS LIGEROS
1. Con dos millones y medio, no se ganan las elecciones.
2. Están (estamos) votando energías con tanta invitación por facebook. La campaña de Mockus ya parece un spam.
3. Es tiempo de dirigir las energías hacia las personas que NO TIENEN FACEBOOK.
4. Para ello, hubieran servido mucho los 4.500 millones de pesos a los que renunció el profesor Mockus.
¡Salve, Mockus!